jueves, 23 de octubre de 2014

EL SECRETO DE UN BEISBOLISTA LEGENDARIO





“Esto no se acaba hasta que se acaba”
Yogi Berra




Mis conocimientos en el deporte del beisbol podría decirse que son nulos, sin embargo esta frase apareció en una búsqueda cibernética causando conmoción en mi interior, ya daré paso a explicarme mejor; primero quisiera dar los créditos al autor de la misma: el beisbolista Lawrence Peter Berra apodado posteriormente como Yogi por un amigo de la infancia que lo comparó con un encantador de serpientes hindú,* deleitó a su público en el tiempo de la postguerra (1946-1964) y tras 18 temporadas se convirtió en entrenador, durante su trayectoria profesional recibió grandes reconocimientos y se consolidó como uno de los más grandes en la historia del deporte.
Sinceramente nunca oí hablar de él, pero leyendo un poco sobre su vida es de esas personas que logran impactar la de otros de manera positiva, dejando un extraordinario legado, lo cual finalmente es lo que hacen los grandes líderes.

La frase me llevo a reflexionar sobre las diversas situaciones adversas por las que atraviesa el ser humano y el momento en que decide creer que ya todo está perdido, entregando así, su último aliento a un destino incierto e inseguro, porque finalmente cuando entregas el poder a otros, sean personas o circunstancias te conviertes en una víctima de la desesperanza a merced del tiempo.
Sin importar cuál sea la circunstancia por la cual estés atravesando el principio a gobernar debería ser: “Mientras estés con vida, No te canses de dar la pelea en el campo de batalla”; o  en palabras del Yogi Berra “Esto no se acaba hasta que se acaba” lucha con todas tus fuerzas, la mayoría de veces es en ese último esfuerzo donde se encuentra la victoria; Recuerda: “Porque no nos ha dado Dios espíritu  de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio” 2 Timoteo 1:7; a medida que te sientes llegar al límite es cuando surge lo increíble si así lo decides, ese único momento es clave para definir tu futuro y convertirte en el protagonista de la historia, el renunciar o darte por vencido no es una opción para los grandes guerreros y eso indiscutiblemente somos todos, lo que pasa es que la gran mayoría se desconecta con ese ser interior, no creen es sus talentos o habilidades, son los primeros en sabotearse en el campo de batalla al escuchar las mentiras de su contrincante, pierden la fe en sí mismos.

Es normal que algunas batallas te dejen completamente estropeado y sin fuerzas para continuar, pero aun cuando tu cuerpo sienta ese cansancio tu mente y corazón deben continuar en pie, mientras sigas sintiendo los latidos que indican vida puedes aguardar un poco mientras te recuperas, para luego volver por esa victoria que te pertenece.

Deseo contarles una experiencia personal, cuando era adolescente mi corazón soñaba con tener la oportunidad de vivir algún día en un país de lengua extranjera, por mucho tiempo intente que ese lugar fuera Estados Unidos, ustedes saben el famoso sueño americano, pero Dios tenía mejores planes para mí, así que año tras año seguía albergando ese deseo de irme algún día, vale la pena señalar que el gran problema era el factor económico, no tenía los recursos para hacer ningún viaje. Cuando llego un momento de mi vida en que nada encajaba, es decir no me sentía a gusto en la parte laboral ni personal empecé a contemplar el hecho de irme, preguntaba en agencias, averiguaba, cada día me emocionaba más, no permití escuchar ninguna voz que fuera en contra de ese sueño, incluyendo la mía. En el tiempo de un mes todo encajo perfectamente, me concedieron unos prestamos, coordine con un contacto, y hermosos ángeles aparecieron en el camino así pude embarcarme en la travesía de mi vida, con destino a la tierra de los canguritos. Al llegar me puse en movimiento debía rápidamente buscar un trabajo para mi propio sostenimiento y cubrir las obligaciones económicas adquiridas. Puedo decirles gratamente que lo conseguí, no sólo uno al principio llegue a tener tres diferentes: antes de irme a estudiar, después y durante los fines de semana, pero no crean que eran trabajos cómodos de hacer en una oficina, era lo contrario trabajos físicos nunca antes realizados por mí, habían días donde sentía literalmente el dolor en mis pies, espalda, ¡todo! Quería rendirme, dejarlo a un lado y devolverme a mi país, pero cada vez que recordaba el motivo por el cual había llegado, Dios me concedía nuevas fuerzas para luchar, así pasaron un poco más de dos años, hoy en día puedo reconocer que ha sido la mejor experiencia de vida, no sólo pude ver realizado mi gran sueño, sino descubrí una serie de talentos y dones que tenía ocultos, crecí como persona, tuve grandes enseñanzas además de formarse un nuevo sueño, el cual cinco años después lo estoy haciendo realidad. Si me hubiera rendido y no hubiera dado mi último aliento en el campo de batalla, me habría perdido de las grandes bendiciones que vinieron después de esa victoria. ¡Así que esto no se acaba hasta que se acaba!





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